Desperté después de un rato, no sabía dónde estaba, baje las
escaleras y daba a la estación, ¿Cómo llegue aquí? Lo ignoro. Miro a todos
lados, estoy sola. Espero el tren. Una persona llega del otro lado. Me observa,
lo observo. Espera, es una chica, y no aparta su mirada, la esquivo, sigue
buscando que la vea. Camino desesperado, ella se mantiene ahí. Me dirijo a las
escaleras, no soporto la tensión. Está lloviendo, mala suerte. Me estoy
mojando, que lastima. Espera… alguien me sigue. ¡Es ella! Apresuro el paso.
Mejor corro, ¿Qué quiere? No tengo dinero, ni siquiera sé que hacia ahí. Son
más de las 12. Debería estar en mi cama dormida. Giro la cabeza, sigue
siguiéndome. Tiene una capucha, ¿Qué es lo que quiere? Tomo un callejón, no sé
a dónde me lleve. ¿En dónde estoy? Me pregunto una y otra vez. ¿Qué hago aquí?
¿Qué hago aquí? Sigo caminando. Giro a la izquierda. Llego a una esquina,
empapada. Miro a ambos lados, ella está ahí, frente a mí. Me detengo en seco,
no se ve su rostro. Sigo caminando, trato de evitarla. Viene tras de mí. Corro
de nuevo, no hay luz en la calle en la que corro, más que un farol. Muy lejos
de mí, debo alcanzarlo, no debo mirar atrás. Llego al farol, retrocedo un par
de pasos. Creo que estoy a salvo. Siento un escalofrió, y no es del frio. Me
toma de los hombros, me zafo casi por inercia. Y sin darme cuenta, me golpeo la
cabeza con el farol.
Desperté después de un rato, no sabía dónde estaba, baje las
escaleras y daba a la estación, ¿Cómo llegue aquí? Lo ignoro. Miro a todos
lados, estoy sola... Espero el tren. Una persona llega del otro lado.